“La impresión 3D tiene el potencial de revolucionar la forma en la que hacemos casi todo”. Con estas palabras el que fue en aquel momento el Presidente de los Estado Unidos, Barack Obama anunciaba la inmediata irrupción de la cuarta “revolución industrial” que sin duda alguna cambiará la manera en la que, hasta ahora, hemos entendido el modelo productivo.
Esta nueva manera de crear objetos físicos capa por capa a partir de la colocación sucesiva de un material con una base digital supone un gran cambio de paradigma a nivel industrial.
La impresión 3D puede directamente aportar valor al desarrollo sostenible del planeta y por consiguiente beneficiar a todos los seres humanos apostando por alternativas verdes que ayuden a mantener un sistema sostenible no solo para un momento en tendencia sino para poder garantizar a largo plazo la vida tal y como la conocemos. Éste es el mayor reto al que se enfrenta la industria en el siglo XXI.
La impresión digital marca una era de producción sostenible.
La impresión 3D remonta sus orígenes a 1981, pero es en la última década cuando se ha empezado a conocer cuál es el verdadero potencial de este tipo de fabricación a largo plazo. No solo teniendo en cuenta el plano industrial, sino social y medioambiental. el punto de inflexión será pasar de la economía de escala y la producción centralizada a una nueva era determinada por la deslocalización de la producción y la fabricación de objetos a demanda.
Apostando por una tecnología al cuidado del planeta.
Los múltiples beneficios de este tipo de tecnología se traducen sobre todo en ahorro en los costes y en un impacto positivo y real al medio ambiente. Éstos repercuten de forma directa en muchos modelos de negocio y están relacionados todo ellos con la deslocalización de la producción que permite la fabricación con impresoras 3D.
Pero, ¿cuáles son los puntos que hacen de esta producción deslocalizada un proceso de fabricación mucho más sostenible que la tradicional?
Más producción local menos emisiones en el transporte de mercancías: impresión 3D y deslocalización
La fabricación aditiva apuesta por la producción local que evita las grandes producciones en países de mano de obra más económica. Los costes, en este casos serán los mismos, pero se altera de forma importante la cadena de suministro. La huella ecológica de los productos baja de forma radical ya que los bienes adquiridos son archivos digitales en lugar de objetos físicos que tienen que llegar al cliente final desde otros países en diversos medios de transporte. De esta forma no solo varían los beneficios económicos, sino que estamos contribuyendo de forma bastante significativa en la reducción de emisiones.
Apoyando el reciclaje y la cultura de la reutilización.
La impresoras 3D son el medio sostenible ideal para fabricar ya que permiten la reutilización de prototipos fallidos, posibilita la impresión de piezas de recambio y da nueva vida a los productos tradicionales añadiendo piezas impresas en 3D. De hecho la empresa de coches Volkswagen imprimirá piezas de recambio en 3D para sus coches clásicos.
Por otro lado ya hay algunas tecnologías de fabricación aditiva que están reutilizando el polvo sobrante del proceso de fabricación e incluso se ha inventando un nuevo tipo de hormigón fabricado a partir de los desechos del proceso de impresión 3D y deslocalización.
Consumo responsable de energía
La fabricación 3D reduce el consumo de energía en todos los sentidos con respecto al proceso industrial actual. Desde la creación del diseño inicial, pasando por la impresión del prototipo hasta la fabricación de la pieza final, la impresión 3D y deslocalización reduce en costes, en transporte y en consumo de energía. Menos intermediarios, menos emisiones, menos tiempo dedicado a la fabricación menor la energía empleada.
Reducción de costes logísticos
La posibilidad de fabricar piezas a través de archivos digitales genera una reducción drástica en los recursos destinados a almacenaje y logística. Gracias a la impresión 3D y deslocalización podemos tener a nuestra disposición un stock online y fabricar in situ las piezas que necesitemos en cada momento. Todo ello implica una disminución notable en costes de almacenaje, así como en la cantidad de energía que consumen este tipo de espacios por la infraestructura y maquinaria que emplean.
Opciones de material sostenible para impresión 3D
Uno de los retos de las personas que están especializadas en la fabricación aditiva es investigar para encontrar materiales resistentes de fabricación sostenible. A día de hoy ya existen materiales que están fabricados con materias primas renovables que implican una reducción del impacto medioambiental. Por ejemplo el PA11 que se obtiene a partir del aceite de ricino.
La fabricación aditiva es sin duda la alternativa a la fabricación tradicional ya que aporta claras ventajas en cuestiones económicas y que se posiciona como una vía de fabricación mucho más sostenible y respetuosa con el planeta, no sólo por lo que conocemos a día de hoy, sino por lo que se vaticina para un futuro inmediato.
Porque las posibilidades que tiene la impresión 3D con el directo cuidado del planeta son infinitas y apenas acaban de comenzar a escucharse. Proyectos en vigor como la protección de la fauna, creación de arrecifes para el desarrollo de corales y esponjas marinas o máquinas 3D capaces de fabricar objetos reciclando botellas de plástico son tan solo los primeros avances de un futuro que no sólo es prometedor a nivel numérico sino que está muy a la altura del momento social y medioambiental que vivimos.